El Rubio
Pese a las desventuras y penurias de la vida civil, El Rubio no era un fotógrafo con la ambición de un reportero gráfico sino un heredero de un oficio familiar. Casi nadie conocía su verdadera identidad, prefería que lo llamaran por el nombre de su Pyme, posiblemente para hacerse propaganda.
Me imagino al Rubio yendo a Once a comprar retazos de tela para sus retratos escolares. Miro una foto. De fondo hay una tela colgada con motivos floreados y coloridos, prescindiendo de la simpleza de un pizarrón o un mapamundi.
Me acuerdo del éxtasis que generaban estas fechas. Chicos recién bañados y peinados, guardapolvos más blancos. La primera parte de la sesión se hacía en el patio, posando en grupo con carteles sostenidos por las manos de los alumnos con el nombre de la escuela, el grado y el año. Después entrábamos al aula para hacer los retratos individuales.
Me lo imagino al Rubio armando la escena: un globo terráqueo a la izquierda del cuadro, un florero a la derecha, una luz resaltando la cara de la Señorita Cristina sentada detrás de su escritorio. Una vez que quedaba todo dispuesto, pasaba lista y cada alumno debía acercarse a posar junto a ella y a un cuaderno abierto y a una lapicera que sosteníamos rozando la hoja para fingir un garabato.
Al llegar al escritorio, El Rubio nos pedía que miráramos a cámara y pronunciaba sus palabras mágicas: "¿Listro?", sonreíamos y disparaba. Una artimaña de su empresa familiar para adaptar el clásico "whisky" a un contexto escolar. Pero esa última mueca salía un poco desfasada producto de tanto manoseo literal proveniente de las generaciones anteriores. Nos divertía saber que estábamos por oír esa famosa palabra más que la palabra en sí. Eso sí, cuando lo cruzábamos en los recreos o en los actos escolares, con la zona liberada y con movimientos más desenvueltos, se oía el "¡listro!" de acá y el "¡listro!" de allá de los alumnos saludándolo, y el "hola Rubio" de los padres.
La mujer fatal
Se dice que los primeros colonos europeos de Australia fueron criminales, y que con el correr de los años se mantuvo una reputación por tratar de enderezar a los más duros y astutos que siguieron sus pasos.
El Museo de Justicia y Policía de Sydney cuenta con una colección de alrededor de dos mil quinientas fotografías de prisioneros, tomadas por el Departamento de Policía de Long Bay, Nueva Gales del Sur, entre 1910 y 1930.
Durante esos años, por el Servicio Penitenciario de Mujeres de Long Bay pasaron narcotraficantes, ladronas, asesinas, estafadoras, abortistas, bígamas, prostitutas, travestis. Adolescentes, jóvenes, adultas y ancianas.
Además del archivo fotográfico, existen ficheros con la descripción física de las detenidas, una breve historia de sus vidas y los motivos de su arresto. Lo sorprendente es que un fotógrafo NN, empleado de la policía, las retrató de una forma que se aparta del monótono archivo, para intentar acercarse más a sus gestos de miedo, dolor, odio, frustración o rebeldía.
Lo poco que se conoce de su trabajo es que empezaba apenas las mujeres eran detenidas. Les pedía que posaran como quisieran, con sus vestimentas y sus accesorios. Así, algunas de ellas se paraban y se sentaban luciendo sus pieles, sus vestidos, sus zapatos, sus collares y aros, maquilladas y peinadas. Mientras que otras lo hacían de manera desinteresada, dependiendo de la gravedad de la detención.
En el listado de las detenidas, curiosamente una persona aparece dos veces. Primero como mujer y después como hombre:
Nombre: Eugenia Falleni
Alias: Harry Crawford
Edad: 35 años
Delito: Asesinato
Número de expediente: 499LB
Fecha: 21 de octubre de 1920

Harry Crawford, encargado de limpieza del Hotel de Stanmore, fue arrestado y acusado por el asesinato de su esposa.
Desde 1899 usó su nuevo nombre y en 1913 se casó con la viuda Annie Birkett. Cuatro años más tarde, Annie le anunció a uno de sus parientes que había descubierto "algo asombroso acerca de Harry" y poco después desapareció. Ante la preocupación de los vecinos por su ausencia, Harry les dijo que había huido con otro hombre.
En 1919, el joven hijo de Annie (que había quedado en custodia de Harry) le contó a una tía el maltrato que sufría por parte de su padrastro alcohólico. La tía lo denunció y luego de una investigación encontraron un cuerpo carbonizado identificado tardíamente como el de Annie.
La segunda esposa de Harry fue interrogada por la policía y, asombrada por el hecho, confesó: "Siempre me pregunté por qué era extremadamente tímido".
Otro caso:
Nombre: Kathleen Ward
Delito: Embriaguez, lenguaje indecente y robo
Número de expediente: 658LB
Fecha: 14 de mayo de 1925
Se dice que Kathleen disfrutó hablándoles en las narices y de forma deliberada a las autoridades. En el momento de ser registrada por la cámara, sonrió y parpadeó continuamente produciendo un efecto de movimiento en la fotografía de larga exposición.
Otro:
Nombre: Marjorie Day
Alias: Elma Walton
Edad: 20 años
Delito: Robo
Número de expediente: 655LB
Fecha: 13 de febrero de 1925
Convenció a un comerciante para que le permitiera llevarse dos vestidos a su casa y mostrárselos a su madre. Prometió volver pronto pero prefirió venderlos en una tienda de ropa de segunda mano.
Se la consideró una delincuente reincidente y finalmente la condenaron a seis meses de prisión.
Se desconoce si las prendas que llevaba puestas en las fotos también fueron robadas.
Sergio Subero
Las fotos pertenecen al archivo del Sydney Living Museums.
*Texto publicado en Way of a Gaucho, segundo fanzine editado por Mario Bocchicchio y Sergio Subero, 2017.