Ña Marisita*
a Claudio Caldini y Pablo Marín


Viernes, 8 de enero. 
Los perros ladran desde temprano para despertarme. Se aprovechan porque soy un novato en el trabajo de cuidarlos. Les doy su comida y me preparo el desayuno. Creo que están sorprendidos con mi presencia. 
Kety es negra con una mancha blanca que le atraviesa el pecho. Tiene un problema neurológico que le impide caminar con normalidad, una especie de desfasaje mental. Pero es muy inteligente: cuando voy hacia algún lugar de la casa me lee el pensamiento, llega primero y me espera sentada. Chucho es blanco y con manchas marrones. Se pasa el día acalorado y descansando. Me sigue con la lengua afuera. Cuando llega, vuelve a tirarse. Hay que acariciarlo poco, no más de dos o tres veces al día por si no no se despega.














Sábado, 9 de enero. 
Hoy por primera vez me acerqué a los gatos. Chou cuando me ve se esconde entre unos arbustos. Parece el menos salvaje de todos. Todavía no me deja tocarlo.

Domingo, 10 de enero. 
A la mañana y al atardecer riego las plantas. Me lleva bastante tiempo porque el terreno es grande. Dejo preparadas las man­gueras para no enredarme. Siempre sigo el mismo recorrido. Ensayo un ritmo y lo repito. Entendelo, me digo.

Lunes, 11 de enero. 
Se derrite el pasto. Los días con los perros pasan así. Levantándonos y echándonos.

Martes, 12 de enero.
Afuera llueve. Las gotas en el suelo corren como hormigas. Para. Adentro me comen los mosquitos. Prendo un espiral y que­do drogado. Escribo que te quiero y me quedo dormido. Vuelvo a mí mismo, a verte.

Miércoles, 13 de enero.
Salgo a andar en bici por el pueblo, compro pan y cerve­za transpirada; a la vuelta recojo unos dientes de león, enciendo un fuego y cocino a la sombra de un paraíso. Después me duermo.

Jueves, 14 de enero.
“No hacer películas es tan importante como hacerlas”, Buda.

Viernes, 15 de enero.
Hay canciones que me retumban en la cabeza todo el día. Toda la vida. Ensayo un ritmo, una letra. Las canto para que salgan y vuelvan a entrar.

A veces nos preguntamos 
si todos los días son distintos
o alguno ya fue así.
Se supone que estamos listos.

Victoria Abril

Sábado, 16 de enero. 
El megáfono desde una avioneta me invita a bailar cumbia esta no­che. Más tarde me ofrece sandía.

Domingo, 17 de enero. 
En una entrevista, a Oscar Wilde le preguntaron: “¿A qué se dedica?”. “Soy escritor” –contestó. “¿Y qué hizo hoy por la ma­ñana?”, “Agregué una coma en mi texto”; “¿Y por la tarde qué hizo?”, “Quité esa misma coma”.

Lunes, 18 de enero. 
Terminé de filmar el cartucho blanco y negro. Ahora filmo con un Ektachrome 160 que se venció hace como treinta años. Trato de filmar lo mismo que con el cartucho anterior, pero ahora a color.
Creo que entendí un ritmo. Lo repito. Ensayo el ritmo. Enten­diste, me digo. Me repito y después sigo.

Martes, 19 de enero.

Todas las mañanas son iguales,
lindas, novedosas y especiales.
me dijo Pappo en la radio.

A la tarde:
Hace un rato descubrí que detrás de unas chapas una de las gatas escondió a sus crías recién nacidas. Ahora se animan a escaparse y a tambalear en el pasto. La madre me mira mal.


Miércoles, 20 de enero. 
Los árboles emiten un sonido diferente según cómo el viento sacude sus ramas.
Con el mismo ritmo que hago todo, me volqué a la poda, mecánicamente. Con una tijera recorrí cincuenta metros de ligustrina. Encontré una fuerza.

Jueves, 21 de enero. 
Ya no disparo. Cada día me mimetizo un poco más con los gatos y el lugar. Duermo en el pasto, estoy atento al movi­miento, corro, freno, vuelvo, me trepo al paraíso, veo mejor.

Viernes, 22 de enero. 
No somos románticos.

Sábado, 23 de enero. 
Apareció la luna llena. Escuchamos un concierto de grillos mez­clado con las chispas del quebracho quemándose. En algunas culturas el canto de un grillo representa el silencio absoluto.
Los mosquitos no se asoman.


Sergio Subero

*Diario de Recortes y Otros recortes (2009-2011), películas filmadas en la localidad de General Rodríguez, Provincia de Buenos Aires, durante una estadía en Ña Marisita, casa donde vivió Claudio Caldini.